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Un fuerte estruendo llegó a mis oídos con brusquedad. La puerta crujía tras cada puñetazo que recibía, en todo caso, de mi padre. Apenas entraba la luz por entre las persianas, pero era la suficiente para encontrar el mando del reproductor de música. El aparato se encendió dejando paso a la cantante de Evanescence, Amy, envolverme en su dulce voz:
- Daniel, que estes de vacaciones no significa que puedas hacer el vago, - gritó mi padre desde el otro lado de la puerta - ¡así que levantate de una vez, niñato!
- Cállate ya, papá, ¡quiero dormir! - mi voz sonó más roca de lo normal - Déjame en paz...
No recibí respuesta. Lo único que oí fué los pasos de mi padre alejarse por el pasillo.
Me dolía la cabeza. Cuando intenté levantarme las nauseas se apoderaron de mí y tuve que correr hasta el baño. No me acordaba de nada del día anterior. Me levanté del suelo y me lavé la cara. Probé a acordarme de lo que había hecho hacía unas horas.
Me acordaba del momento en el que Derian me había venido a buscar para ir a su casa. También recordaba a todos felicitándome a gritos mi cumpleaños y a Shelley trayendo las bebidas. Había sido un decimoséptimo cumpleaños por todo lo grande, con la consecuencia de sufrir la mayor resaca de la historia.
- Danny? - una voz infantil sonó desde la puerta. Su cabello negro caía sobre sus hombros un poco alborotado y su pijama le quedaba un poco grande. Se acercó a mí con delicadeza y me tendió el vaso que sostenía entre sus delicadas manos - Toma...
- Gracias, hermanita. - cogí el vaso con un poco de torpeza y tomé un sorbo. Luego lo dejé encima del lavamanos y levanté a Alma del suelo. Ella se agarró a mi con fuerza. Colocó su cabeza sobre mi hombro de tal manera que su nariz quedó perfectamente encajada junto a mi cuello. - Prométeme que jamás beberás más de lo recomendado...
- Para no ser tan idiota como tu? - broméo mi hermana.
Nuestros ojos aquamarina se encontraron. Me podía ver reflejado en los de Alma; estaba hecho una mierda.
- Exactamente, microbio - sonreí sin ganas. Le besé la frente y volví a dejarla en el suelo. Su fina figurita salió corriendo del baño y desapareció tras la puerta de mi cuarto.
A su vez, yo me acerqué a la ventana para subir la persiana. El sol brillaba con bastante fuerza; seguramente, si encendiese el móvil, tendría un millón de mensajes de Aaron o su hermano proponiendome ir a la piscina. Pero no tenía ganas.
Me acerqué a mi armario y cogí lo primero que pillé: unos pantalones de chándal, una camiseta de manga corta con el logo de los Sex Pistols en el pecho y una sudadera sin mangas, las cuales Russell me había arrancado de cuajo en una de nuestras peleas diarias.
Estuve bajo el chorro de agua durante más o menos diez minutos. Luego me sequé u me vestí. Me dejé el pelo húmedo; me daba pereza secarlo con el secador.
Bajé las escaleras a saltos, alternando los pies. Casi me caigo en medio del trayecto; el efecto del alcohol aún seguía presente, por lo que continuaba un poco pedo. Cuando llegué a la cocina, Jordan, mi madre y Alma me esperaban en la mesa, junto con un pastel, el cual tenía mi nombre escrito con letras exageradamente grandes:
- Felíz cumpleaños, Daniel! - anunciaron los tres al unísono. Aquello logró levantarme más dolor de cabeza.
- Gracias... - mi agradecimiento fue casi inaudible, pero logró sacarle a Amanda una sonrisa. - Gracias por el pastel, mamá...
- De nada, hijo. - cortó un trozo del pastel marrón negruzco y me lo entregó; luego me ofreció asiento.
Me senté al lado de mi padre. Su mirada recorrió todo mi cuerpo. Como siempre, no parecía muy contento:
- Dónde te metiste esta noche? - preguntó al fin.- Has bebido?
- Jordan, por Dios, ¡deja al niño en paz! Ya tiene diecisiete años, está en su derecho de salir con sus amigos por ahí y tomarse alguna copa con ellos. - le replicó mamá.
- Ya lo sé, cariño, ¡pero me esperaba más cuidado por su parte! - espetó mi padre desilusionado - Llegó a casa borracho como una cuba!
- Vale! - grité harto - Sí, me emborrache, ¿de acuedo? Era una fiesta, MI fiesta, papá, ¿que querías que hiciese?¿Quedarme sentado viendo como se divertían los demás? Tengo vida papá! Mi propia vida!
- Aún te queda un año antes de poder hacer lo que te salga del forro, jovencito, y bajo mi techo se siguen una serie de normas.
- Ahora tampoco puedo divertirme? Sabes una cosa, papá? Tus normas apestan...
- Vete ahora mismo a tu cuarto! - gritó furioso.
- Ja! - solté mientras me levantaba de la mesa. - Espera sentado...
Me fuí de la cocina y cogí las llaves del coche. El Mazda RX8 negro esperaba ansioso a que lo arrancase.
- Daniel Taylor! - replicó mi padre desde el porche. - Vuelve aquí ahora mismo!
Me giré hacia él, levanté el puño y alcé el dedo corazón. Luego me subí al coche y me puse en camino a casa de los gemelos Flint.
- Daniel, que estes de vacaciones no significa que puedas hacer el vago, - gritó mi padre desde el otro lado de la puerta - ¡así que levantate de una vez, niñato!
- Cállate ya, papá, ¡quiero dormir! - mi voz sonó más roca de lo normal - Déjame en paz...
No recibí respuesta. Lo único que oí fué los pasos de mi padre alejarse por el pasillo.
Me dolía la cabeza. Cuando intenté levantarme las nauseas se apoderaron de mí y tuve que correr hasta el baño. No me acordaba de nada del día anterior. Me levanté del suelo y me lavé la cara. Probé a acordarme de lo que había hecho hacía unas horas.
Me acordaba del momento en el que Derian me había venido a buscar para ir a su casa. También recordaba a todos felicitándome a gritos mi cumpleaños y a Shelley trayendo las bebidas. Había sido un decimoséptimo cumpleaños por todo lo grande, con la consecuencia de sufrir la mayor resaca de la historia.
- Danny? - una voz infantil sonó desde la puerta. Su cabello negro caía sobre sus hombros un poco alborotado y su pijama le quedaba un poco grande. Se acercó a mí con delicadeza y me tendió el vaso que sostenía entre sus delicadas manos - Toma...
- Gracias, hermanita. - cogí el vaso con un poco de torpeza y tomé un sorbo. Luego lo dejé encima del lavamanos y levanté a Alma del suelo. Ella se agarró a mi con fuerza. Colocó su cabeza sobre mi hombro de tal manera que su nariz quedó perfectamente encajada junto a mi cuello. - Prométeme que jamás beberás más de lo recomendado...
- Para no ser tan idiota como tu? - broméo mi hermana.
Nuestros ojos aquamarina se encontraron. Me podía ver reflejado en los de Alma; estaba hecho una mierda.
- Exactamente, microbio - sonreí sin ganas. Le besé la frente y volví a dejarla en el suelo. Su fina figurita salió corriendo del baño y desapareció tras la puerta de mi cuarto.
A su vez, yo me acerqué a la ventana para subir la persiana. El sol brillaba con bastante fuerza; seguramente, si encendiese el móvil, tendría un millón de mensajes de Aaron o su hermano proponiendome ir a la piscina. Pero no tenía ganas.
Me acerqué a mi armario y cogí lo primero que pillé: unos pantalones de chándal, una camiseta de manga corta con el logo de los Sex Pistols en el pecho y una sudadera sin mangas, las cuales Russell me había arrancado de cuajo en una de nuestras peleas diarias.
Estuve bajo el chorro de agua durante más o menos diez minutos. Luego me sequé u me vestí. Me dejé el pelo húmedo; me daba pereza secarlo con el secador.
Bajé las escaleras a saltos, alternando los pies. Casi me caigo en medio del trayecto; el efecto del alcohol aún seguía presente, por lo que continuaba un poco pedo. Cuando llegué a la cocina, Jordan, mi madre y Alma me esperaban en la mesa, junto con un pastel, el cual tenía mi nombre escrito con letras exageradamente grandes:
- Felíz cumpleaños, Daniel! - anunciaron los tres al unísono. Aquello logró levantarme más dolor de cabeza.
- Gracias... - mi agradecimiento fue casi inaudible, pero logró sacarle a Amanda una sonrisa. - Gracias por el pastel, mamá...
- De nada, hijo. - cortó un trozo del pastel marrón negruzco y me lo entregó; luego me ofreció asiento.
Me senté al lado de mi padre. Su mirada recorrió todo mi cuerpo. Como siempre, no parecía muy contento:
- Dónde te metiste esta noche? - preguntó al fin.- Has bebido?
- Jordan, por Dios, ¡deja al niño en paz! Ya tiene diecisiete años, está en su derecho de salir con sus amigos por ahí y tomarse alguna copa con ellos. - le replicó mamá.
- Ya lo sé, cariño, ¡pero me esperaba más cuidado por su parte! - espetó mi padre desilusionado - Llegó a casa borracho como una cuba!
- Vale! - grité harto - Sí, me emborrache, ¿de acuedo? Era una fiesta, MI fiesta, papá, ¿que querías que hiciese?¿Quedarme sentado viendo como se divertían los demás? Tengo vida papá! Mi propia vida!
- Aún te queda un año antes de poder hacer lo que te salga del forro, jovencito, y bajo mi techo se siguen una serie de normas.
- Ahora tampoco puedo divertirme? Sabes una cosa, papá? Tus normas apestan...
- Vete ahora mismo a tu cuarto! - gritó furioso.
- Ja! - solté mientras me levantaba de la mesa. - Espera sentado...
Me fuí de la cocina y cogí las llaves del coche. El Mazda RX8 negro esperaba ansioso a que lo arrancase.
- Daniel Taylor! - replicó mi padre desde el porche. - Vuelve aquí ahora mismo!
Me giré hacia él, levanté el puño y alcé el dedo corazón. Luego me subí al coche y me puse en camino a casa de los gemelos Flint.
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Bueno esta es una historia que comencé en mi antigua cuenta, pero nunca llegué a continuarla u_u
Y ya que voy a dar de baja mi antigua cuenta, he decidido subirlo aquí <3
Y ya que voy a dar de baja mi antigua cuenta, he decidido subirlo aquí <3
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Comments5
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interesante, la actitud del protagonista me recuerda a la de mi hermano xD
espero con ansias el cap 2 ^^
sigue asi, saludos
espero con ansias el cap 2 ^^
sigue asi, saludos